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«Mi pasaporte polaco», fábrica de sueños y oportunidades desde Argentina, al mundo

Un singular emprendimiento que va mucho más allá de trámites y formularios para obtener una ciudadanía.

Por Roberto Martínez

Jonathan Jablonski es un joven argentino de 24 años que un día tuvo un sueño fabuloso, pero no se quedó con lo que había imaginado en su mente, sino que se puso en marcha para hacer realidad su visión.

¿Qué sentido tiene soñar o imaginar lograr algo si luego no se activa la posibilidad de materializarlo? El movimiento genera emoción y él se movió y accionó de manera tal que consiguió crear su empresa «Mi Pasaporte Polaco» primero, y posicionarla después.

Gracias a su iniciativa, miles de personas renuevan y obtienen la documentación que les acredita como ciudadanos polacos y de la Comunidad Europea, así como también rearmar su árbol genealógico y reconstruir la historia de su familia. En diálogo con El Canillita DigitalJablonski habla de su emprendimiento.

¿Cómo nació la idea? ¿Qué lo llevó a pensar en una herramienta que le brinde soluciones a la gente que se quiere ir a vivir a Europa, y además ayudarla a conocer su origen y el de sus antepasados?

Mi viejo me tramitó a mí y a toda la familia nuestro pasaporte polaco cuando éramos chicos y quedó muy insatisfecho con todo lo que era el proceso, que demoró años. Cuando quisimos renovar nuestros pasaportes, nos dijeron que las cosas que teníamos eran inadecuadas. Hubo bastante lío y entendí que las personas como nosotros lo que necesitaban era un buen asesoramiento.

¿En qué año les sucedió eso?

Terminó en 2006, hace mucho. Y quise renovarlo hace 4 o 5 años. Nos decían que era inadecuado, que no se podía, que faltaba esto o aquello, que la gestión que habían hecho los gestores anteriores era insuficiente. Tuve que rehacerlo, hacer prácticamente de cero mi ciudadanía para poder tener el pasaporte porque, si no, no me servía de mucho. A la vez, un amigo en la facultad –yo estudié Economía Empresarial en la (Universidad Torcuato) Di Tella– quería hacerse la ciudadanía polaca, y le pasé la lista de gestores que daban en la embajada, una lista de profesionales recomendados. Llamó y le pareció también inadecuado, le respondían los mails un mes después, dos meses después, si es que se dignaban a responderle.

¿Así que usted le hizo el trámite?

Sí. Me dijo: «¿Por qué no me la hacés vos, que gestionaste tu propia ciudadanía hace poco?, te la pago 2.000 dólares«. Así empezó todo. Yo estaba estudiando en la Facultad y lo tomé como una oportunidad. Soñar lo que somos ahora vino después. La verdad, para nosotros también hubo una época en que tuvimos un staff reducido que también podía tardar tranquilamente un mes. Me llegaba una cantidad abrumadora de mensajes, empecé a dar entre 16 y 18 turnos todos los días y tenía que hacer todo yo. En ese momento tenía 19 años.

¿Qué pasos dio para comenzar?

Me asocié con alguien que había trabajado en la embajada polaca en Argentina y conocía toda la interna. Después me mudé a Varsovia, por un intercambio. Regresé, completé todos mis estudios y volví a Polonia, donde me quedé un año y varios meses. Conocí a mi pareja –ella es polaca– y así empezó a crecer la empresa. Me fui a Bielorrusia, de donde vienen mis ancestros, conocí el pueblo donde vivían y empecé a hacer un network con archivistas locales, también por curiosidad propia. Pensaba un poco en el negocio, pero a la vez quería hacer lo posible para encontrar a mi familia y lo logré. En el camino construí una red de trabajo a la que sumamos a profesionales que en la actualidad trabajan para nosotros: tenemos archivistas en Polonia, Lituania, Ucrania y Bielorrusia.

¿Bajo dependencia o con otra modalidad?

Son como contratistas o freelancers. Ya tenemos contratos pautados con el valor de cada tramite y lo que tienen que hacer. Y además brindan un valor agregado. De mi familia encontraron que mi bisabuelo tenía 20 hectáreas en Bielorrusia, cosas sorprendentes. Con mi novia volvimos a Polonia, empezamos a sumar personas a la red y ella me programó todo el sitio web, porque es desarrolladora. Armó la web y automatizó todo, así me ayudó a aligerar mi carga horaria. Tiempo después rompimos con mi socio porque él quería tomar sólo los casos simples y yo entendí que cada persona tenía derecho a acceder a la ciudadanía. Para eso aprovechamos cada documento que nos ceden para encarar cada trámite.

pasaporte polaco
Jonathan Jablonski, junto a un cliente feliz con su ciudadanía polaca.

¿Se les escapa algún caso o atrapan todo por raro que sea?

No garantizamos el éxito del cien por ciento de las búsquedas porque tengo casos de gente que nació entre 1880 y 1890 y hay que encontrar documentos que, además de tener entre 140 y 160 años, pueden haberse extraviado durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Yo no puedo asegurar que existan los documentos, pero sí que hacemos la búsqueda a través de nuestros archivistas durante un promedio de 5 meses. Son personas serias, con décadas de experiencia en el rubro. Todos hablan ruso, polaco y ucraniano. Hay ciudades, como Lodz, donde las búsquedas tienen un cien por ciento de eficacia.

Tiempos difíciles

Con la guerra entre Rusia y Ucrania, el contexto se habrá vuelto complejo para el equipo de archivistas, sobre todo para quienes operan cerca de la zona de conflicto.

En el equipo tenemos a Alissa, que es rusa. Ella estuvo haciendo una campaña de recaudación de fondos a la que contribuimos también desde la empresa para comprar medicamentos especiales para heridas de guerra. Ella vive en Polonia y trabaja en nuestra oficina, pero siente que debe ayudar y va a la frontera con Ucrania. Una de las cosas que hizo fue hospedar en su casa a una mamá con sus dos hijos, uno de 3 años y otro de 14.

Qué valioso.

Después hospedó una noche a un muchacho ucraniano que vivía en Holanda y viajó vía Polonia a Kiev para pelear. Estaba tan angustiada con toda esta situación que quería quemar su pasaporte ruso. Nosotros le pedimos que no lo hiciera hasta que le tramitemos el polaco, por si la guerra se pone peor y debe abandonar Polonia. Ella nos dice: «No quiero ser más rusa, estoy tan avergonzada«.

Y ella es un ejemplo, pero seguro hay más situaciones de tensión.

Sí. Tenemos a una chica polaca que cumplió años y donó la plata que le regalaron para comprarle juguetes a niños refugiados de la guerra y recibirlos en un salón de su casa. Hay mucha solidaridad.

¿Qué les dice? Debe ser complicado manejar la comunicación en estos días.

Yo soy responsable del bienestar de mi equipo. Les dije a todos que saquen el dinero del banco, que dispongan de efectivo y que tengan su pasaporte vigente. Si Rusia avanza hacia el oeste, les diré que larguen todo y se vengan para acá. Acá resolveríamos que vayan a un hotel si es necesario. Nosotros estamos al tanto de lo que pasa continuamente.

Es una situación muy difícil.

Los archivistas de Ucrania ahora no están trabajando, por razones obvias: algunos han podido migrar a Polonia y otros están peleando en el frente. Una empleada nuestra, que se llama Dasha, mantiene contacto con ellos en la medida de lo posible, pero es muy complicado seguir el contacto minuto a minuto. Si bien las búsquedas están pausadas en Ucrania, trabajamos a full en Polonia, Bielorrusia y Lituania, los tres países donde tenemos mayor presencia, y efectuamos búsquedas a pedido de personas que residen en Inglaterra y Alemania y contratan nuestros servicios. Tenemos trabajo a diario y contacto directo con el juzgado, que está en Varsovia

Mi Pasaporte Polaco
La tarjeta de presentación de Jonathan.

¿Se puede citar algún caso de éxito?

Sí, el de Guillermo Borger, expresidente de la AMIA. Le hicimos la ciudadanía a él, porque no tenía papeles y tuvimos que hacer una búsqueda en dos países. Buscamos en Alemania documentación que acreditaba que su familia había sido prisionera en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, familiares que no habían renunciado a su ciudadanía polaca. Y en Cracovia, su lugar de origen, encontramos un fajo enorme con más de veinte páginas de documentos distintos.

Un montón.

Sí, encontramos pedidos de pasaporte de su papá y de su abuelo, o sea de su papá de joven y de su abuelo; su registro de voto, y encontramos muchos documentos fotográficos. Está muy contento con nosotros: él había intentado sin éxito en cuatro oportunidades hacer su ciudadanía y lo pudo conseguir gracias a nuestra empresa.

Ahí radica la visión de la empresa, entonces. Es la posibilidad de brindarle la oportunidad a cada persona.

Nuestra visión es que todos los que puedan ejercer su derecho de sangre, tengan el acceso a la ciudadanía, sea con nosotros o con cualquier otra empresa. Nosotros ofrecemos un servicio inicial de consulta gratuito. Nos parece realmente importante que cada uno entienda sus raíces y pueda usufructuar el trabajo que hicieron sus ancestros. Muchas de esas personas pelearon en la Primera Guerra Mundial; tenemos muchos clientes que han peleado para el ejército polaco en la Segunda Guerra Mundial y hay gente que ni siquiera conoce esas historias. Estas búsquedas le brindan un valor agregado a cada persona al conocer y aprender un montón de cosas sobre el pasado de su abuelo o bisabuelo, de los que no sabían nada.

Para ilustrar en datos el soporte que le brindan a cada persona que los contacta, ¿cuál es el ámbito de influencia de «Mi Pasaporte Polaco»?

Somos la empresa más grande de todo el continente, porque no hay otras que hagan la ciudadanía polaca. No en Chile, tampoco en Paraguay, Colombia o Uruguay. En Brasil creo que hay una, pero es chiquita. Tenemos 2 oficinas, una la de Buenos Aires, con 13 empleados, y otra en Varsovia, muy cerca de los tribunales respectivos.

Mi Pasaporte Polaco
Acceso gratuito por QR a la preaprobación del trámite de ciudadanía.

¿Qué siente?

Un orgullo muy grande. Estoy contento con lo que armé, no fue fácil. Le dediqué muchísimo tiempo. Hubo días que trabajaba entre 16 y 17 horas, con todo el fin de semana incluido, sin vida social, porque hacer este trabajo de manera responsable demanda mucho tiempo. Hoy hacemos algo más de 400 ciudadanías por año, pero sólo en Argentina hay un universo de 1 millón de personas que pueden acceder a ella, ubicadas sobre todo en asentamientos en Santa Fe, Misiones, Chaco, Capital Federal y provincia de Buenos Aires. No nos quedamos con lo hecho, queremos continuar ayudando a las personas.